Hasta que los notables de Córdoba no decidieron abolir el califato y deponer al omeya Hisam III al Mutadd, el 30-XI-1031, Córdoba había seguido como ilusorio poder central, y solo a última hora anduvo el camino de las otras taifas y se tornó una más, aunque siempre pesó sobre ella la aureola de su historia; igual que en otros centros urbanos —pero este más—, con amplio funcionariado y destacada aristocracia, emergió de sí mismo el recambio de poder, en general asumido por el grupo de sus notables, en informal corporación
municipal, en yama´a, presente también en los comienzos autonómicos de Toledo y Sevilla o en algún momento decisivo del periplo de otras, como Valencia y alguna otra.
Y entre esos notables pronto se destacó, o le encomendaron la responsabilidad, al Yahwar,
jeque de la comunidadsayj al yama´a, como le llama Ibn al Jatib, sobresaliente por situación familiar y por las circunstancias de su actuación política en años inmediatos: Los Banu Yahwarpertenecían a la gran familia de los Banu Abi Abda, clientes de los omeyas de Damasco, y llegados a al Andalus desde mediado el s. VIII para significarse como visires y otros cargos de los omeyas de Córdoba y también de Almanzor, de quien el padre de Yahwar, llamado Muhammad, había sido secretario particular, y Yahwar también de Abderramán Sanchuelo, además de visir de Sulayman al Mustain, por lo cual Ali b. Hammud acabó encarcelándolo; así que al Yahwar encabezó el alzamiento en Córdoba contra los Hammudíes, erradicándoles de allí desde 1023, alzando después omeyas al califati hasta no poder más, en 1031.
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